Si tuviésemos que elegir un lugar para vivir, para estar a gusto y poder sentir la tranquilidad y el confort que necesitamos, seguramente escogeríamos un hogar acogedor, decorado a nuestro gusto, con mobiliario que nos haga sentir en casa y con elementos que nos aporten felicidad, nos hagan sentir realizados/-as o nos permitan compartir buenos momentos con nuestros seres queridos.
Que su escuela sea también su hogar
Si hablamos del entorno educativo, pasa exactamente lo mismo. La mirada educativa o el contexto educativo conforman la estructura de la casa. El lugar donde todo ocurre. Los niños y niñas aprenden muchas cosas en la escuela, conviven con sus iguales y comparten momentos que les marcarán de por vida. Por ello, es necesario que estas experiencias sucedan de la mejor manera posible y en el contexto más cuidado y adecuado para ellos y ellas.
Es fácil. Las experiencias marcan y penetran mejor. Experimentar con el entorno permite interiorizar mejor los aprendizajes y si estos suceden en un espacio que, además, está cuidado, resulta atractivo y estimulante; como el hogar, la experiencia es, sin duda, más significativa.
Repensando los espacios educativos
¿Pero cómo hacer esto posible? Repensando, reflexionando, observando y readaptando los espacios a la forma de aprender del alumnado. Parece fácil, pero este proceso de adaptación de los espacios ha llevado tiempo; tiempo durante el cual la sociedad ha pasado de poner el foco en la escuela o educación, como tal, a ponerlo en el niño y niña. Ellos, los niños y niñas, son el foco educativo, y entender sus necesidades es entender la educación actual.
Como consecuencia a este cambio de mirada, hemos entendido que el alumnado necesita espacios donde desarrollar sus necesidades psicomotrices, emocionales, sociales y cognitivas. Entornos que, de manera natural, les inspiren y animen a seguir experimentando, seguir desarrollando sus habilidades propias y poder compartirlo con sus iguales.
Ejemplo de estos son las estructuras psicomotoras que hemos instalado en nuestro centro, las zonas para el juego libre, el juego simbólico, la lectura, la reflexión o la convivencia entre alumnado, entre otros. Estos espacios permiten abrir un amplio abanico de posibilidades de enriquecer la acción educativa, estimulando, no sólo el área cognitiva, sino también las múltiples inteligencias que apuntaba Gardner en su *Teoría de las inteligencias múltiples.
Metodología, espacios y materiales
Hace años, en Nevers Ikastetxea apostamos por emprender una transformación desde dentro hacia afuera. Cambiar nuestra forma de entender la educación nos llevó a modificar nuestra metodología de trabajo, apostando por proyectos educativos más vivenciales y estimulantes para nuestro alumnado.
De forma natural, transformamos también los espacios y, poco a poco, los hemos adaptado a esta forma de trabajar. Así, a día de hoy, contamos con aulas más amplias y flexibles que incorporan tanto estructuras psicomotrices como elementos y materiales más naturales y respetuosos. Por último, decidimos también renovar las herramientas de trabajo. El material que nuestro alumnado usa y manipula a diario en el aula es ahora más coherente con su entorno; un entorno cada vez más respetuoso y adaptado a nuestros y nuestras protagonistas. Los niños y las niñas.
* Gardner, H.(1987). La Teoría de las inteligencias múltiples. México: Fondo de cultura.