Desde el nacimiento del niño/a hasta los tres años, muchos son los retos adquiridos y desafíos vividos por el/la menor y la familia. Comenzando por sus primeras miradas, balbuceos, movimientos corporales o el paso de la alimentación líquida a la sólida, hasta la independencia en el movimiento, la pronunciación de sus primeras palabras o la convivencia entre iguales, esta primera etapa de la vida se convierte en una adquisición constante de hitos que preparan al/la menor para nuevos e importantes aprendizajes.
Salto a los 3 años
La etapa de los 2-3 años es una de las etapas más significativas de cara al desarrollo del lenguaje, la propia identidad, la autonomía y la socialización de los/as más pequeños/as. Es un periodo marcado por una mayor independencia del menor, quien necesita validar su identidad propia. Debido a esto, aparecen esas primeras actitudes y respuestas desafiantes hacia el adulto.
Una etapa emocionalmente intensa que, sin embargo, resulta imprescindible para forjar la propia identidad del menor/la menor.
No les hagamos nada que puedan hacer por sí mismos
Tan fácil y tan complicado a la vez, el fomento de la autonomía de nuestros hijos e hijas empieza por nosotros; los adultos. Cuando un niño o niña se empeña en beber del vaso por sí mismo/a, en ponerse las zapatillas solo/a, en comer con cubiertos sin ayuda o en ir al baño sin el adulto, es porque quiere intentarlo él mismo o ella misma. Seguramente las primeras ocasiones sean fallidas y lo tire todo al suelo, acabe llorando por no poder ponerse las zapatillas y haga pis fuera del váter, pero el interés que muestra por hacerlo por sí mismo/a es el motor que le llevará a conseguirlo. ¿Por qué no les echamos una mano? Cuando muestran este interés, es importante acompañarles y animarles para que lo intenten y no desistan. Ser autónomos les ayuda a ganar autoconfianza, sentirse autosuficientes y tener una buena autoestima.
¿Qué podemos hacer para ayudarles a ser autónomos?
- Instaurar rutinas y límites claros. Estos ofrecen un marco de seguridad y orden que les ayuda a tomar mejores decisiones por sí mismos.
- Permitir que tome decisiones. Obviamente no ha de tomar todas las decisiones, pero sí pequeñas decisiones (entre varias opciones) como qué ropa ponerse, qué comer en el postre…
- Darle responsabilidades. Que lleve el carro de la compra, que ponga la mesa, regar las plantas…le harán sentirse partícipe y fomentará su confianza.
- Adaptar su entorno para que pueda acceder por sí mismo al cepillo de dientes, a la ropa, juguetes…y no tenga que depender del adulto.
- Paciencia y refuerzo positivo aumentarán su confianza y le motivarán a alcanzar nuevos logros.
Del juego individual al juego social
Pasados los dos años, los niños y niñas empiezan a abandonar el juego individual, mostrando interés por juegos más sociales y cooperativos. Es la etapa de socialización y, aunque no todos/as la adquieren en el mismo momento, en torno a los 2-3 años comienzan a querer pasar más ratos con sus compañeros y compañeras.
En esta etapa en la que conviven más intensamente con sus iguales, es importante establecer lazos afectivos sanos y para ello son indispensables las normas de convivencia. Valores como el respeto, la empatía, el compañerismo y la cooperación serán objetivos a trabajar desde el inicio de la socialización hasta la madurez, por lo que es importante asentar una buena base que les permita convivir en armonía y respeto mutuo.
¿Qué podemos hacer para ayudarles a socializar de manera positiva?
- Fomentar la comunicación y la empatía. Hablar con ellos desde los sentimientos y las emociones es la mejor manera de que se autorregulen emocionalmente y sean empáticos con el resto.
- Ser un modelo para ellos. Los niños aprenden de lo que ven, sobre todo, de sus progenitores.
- Practicar habilidades sociales. Saludar cuando vemos a alguien, ayudar, compartir o ser educados son habilidades que los más pequeños aprenden de los adultos.
- Fomentar el trabajo en equipo. Enseñarles a colaborar con otros, compartir y ser generosos, hará que sean capaces de trabajar en equipo y velen por el grupo.
- Trabajar la resolución de conflictos .Los conflictos son oportunidades de aprendizaje. Enseñarles a resolverlos siendo justos y empáticos con el resto asentará las bases de una buena socialización.
